Aquello que no logramos entender de nuestra vida
es precisamente lo que debemos aprender de ella.
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La vida a veces se nos va de las manos
antes que terminemos de asfixiarla.
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Loco es aquel que pudiendo hacer locuras las evita.
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Lo esencial es el ser, lo demás son fórmulas.
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Hay silencios que hablan más que cien palabras
y palabras que mortifican la respuesta de un silencio.
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El precio de la honestidad es incalculable,
el de la deshonestidad depende del ladrón.
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Lo que nunca fue, aunque pudo haber sido, no debía ser.
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No existe la ocasión ni el tiempo inoportuno
cuando verdaderamente ansiamos cambiar.
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No existen las preguntas inconclusas
existen las respuestas no develadas.
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El dolor nos da las alas precisas
para no volar tan alto.
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La humildad es un don del alma,
no un adorno de la personalidad.
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Me pregunto qué sería del mal por sí solo
si nosotros no existiéramos.
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La vida es un camino, la muerte un paso
y el amor un método.
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Tardamos mucho tiempo en definir
qué tipo de persona queremos a nuestro lado
pero sólo un segundo en decidir la incorrecta.
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Un “no” en la mente
es un “no” en nuestras acciones
y por ende un “no” en nuestro cuerpo.
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Las excepciones condenan nuestro criterio.
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La pobreza es la escasez de aspiraciones,
no de recursos.
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Lo que se posterga no se cumple,
lo dejamos a la espera de una justificación.
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La mentira disfraza la verdad
pero no la sepulta.
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Somos severos para odiar
y frágiles para amar.
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Ningún camino está trazado tan fácil
como el del dolor.
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