domingo, 18 de febrero de 2007

La vida



La vida se nos confunde,
se nos escabulle entre los pies deformes de la nada,
se adormece entre lirios mentales
y se fragmenta en el vacío
que nos separa de nosotros.
La vida nos sumerge en el agua
y en la misma placenta nos renace
con más brío y experiencia,
nos devuelve el aliento después de la nada.
La vida nos ennoblece o destituye
sea como quieramos tomarla.
Entre cristales brota la simiente
y nos ve crecer de la niñez a la pereza.
Cenicienta nos hace volar y sucumbir
ante todo lo predispuesto,
lo profano y lo vanidoso.
Nos enceguece y revela el dinero,la ambición.
Nos perdona pero no nos olvida.
La vida establece en los huesos sus soberanía
y los dobla con los años
entre escenas ya vividas,
con otros nombres y roles.
A veces nos mutila la sed de vivir,
condenándonos en el propio dolor
que sin percatarnos hemos tejido.
La vida nos obliga a perdonar
volviendo a sufrir,
pero entre lágrimas nos devuelve el alma,
dándonos una nueva oportunidad
en esta existencia o en otras,
lo que de amor sufrimos,
lo que de amor entregamos.
Vuelve de entre la tierra a levantarnos
a los mismos de antes
cubriéndonos con otro rostro.
Construye un nuevo teatro donde jamás leemos el rol,
sólo dispuestos con el alma a ser felices,
nos retorna un hálito, nos hace inspirar
y nos besa lo que anhelamos,
restituyendo sus faltas.
Nos advierte en señales
y nos dirige la mirada en gestos,
un poco distraídos nos desviamos,
pero se devuelve a hostigarnos
hasta hacernos comprender en pequeños detalles
que todo está dispuesto para que vivamos
el libreto que vuelve a desdoblar
desde sus fauces que ha mantenido escondidas.

Sólo el dolor nos hace fuertes,
sólo el amor nos devuelve la vida.